Estrías – ¿Cómo es el manejo de las estrías en cirugía plástica postparto?
Durante el embarazo, las paredes elásticas del útero se estiran para albergar al bebé y permitir su gradual crecimiento. A medida que el útero crece, los tejidos abdominales ceden y la piel puede desarrollar estrías. Las estrías ocurren como consecuencia de la ruptura de las fibras del tejido conjuntivo por excesivo estiramiento. Estos efectos se hacen evidentes en la epidermis. Es así como la mujer puede observar la formación de unas finas marcas de color rosado inicialmente, que luego se tornan blanquecinas.
Las estrías se localizan particularmente en la región del vientre, pero pueden aparecer en caderas, nalgas, piernas, muslos, brazos, espalda y senos.
Cambios físicos: peso y flacidez
Además de las estrías, en el postparto se observa laxitud o flacidez de la piel, principalmente en la zona del abdomen. La mujer sufre múltiples cambios durante el embarazo, pero los que más le preocupan son la abundancia y flacidez de la piel y el exceso de peso. En muchas mujeres los cambios hormonales provocados por el embarazo ocasionan ganancias significativas en peso.
Una ganancia de 10 a 11 kilos de peso para el final del embarazo es lo ideal, pero un rango de 10,5 a 15 kilos es lo normal para la mayoría de mujeres. Una obtención inferior a 9 kilos podría significar un bebé de bajo peso al nacer, razón por la que la madre no debe en ningún momento limitar en extremo su alimentación. Para aquellas mujeres que han aumentado mucho más de 15 kilos, la reducción podría ser más lenta o necesitar de tratamiento. Además, otros factores como el peso pregestacional (el que se tiene al momento de quedar en embarazo), la retención de líquidos y el tipo de alimentación son determinantes en la ganancia de peso para el postparto, sumado esto por supuesto al peso del bebé.
Algunas mujeres durante el embarazo desarrollan depósitos grasos en algunas partes del cuerpo como caderas, nalgas, abdomen y cintura.
Es muy frecuente, particularmente en pacientes multíparas, que los músculos abdominales tiendan a separarse y la piel abdominal presente flacidez. Estos acúmulos grasos junto con la ganancia normal de peso y la aparición de estrías conforman un cuadro problemático para la mujer. Adicionalmente, los senos se han preparado durante toda la gestación para la lactancia, así es como en los momentos posteriores al alumbramiento y gracias a la succión del bebé, los senos producen la leche materna. Algunas mujeres se sienten más atractivas durante la lactancia, especialmente aquellas con poco volumen en los senos, ya que los senos están firmes y rebosantes por la lactancia. No obstante, otras mujeres se sienten incómodas por el aumento en el volumen de sus senos.
Debido a estos cambios en la maternidad y con el destete el volumen de los pechos se reduce y al retornar a su condición normal tienden a perder forma y caer. Esta transformación produce laxitud o flacidez y pérdida de turgencia. Entonces las estrías que hayan podido formarse durante el embarazo se hacen más evidentes. Recientes estudios concluyen que lo que causa el daño en los senos no es el hecho de la lactancia, sino entre otros factores como la edad y el número de embarazos, es el brusco cambio de peso que experimenta la mujer lo que provoca las modificaciones en los pechos.
Es importante que la paciente entienda que toda mujer debe ganar peso con el embarazo, incluso aquellas que inician el embarazo con sobrepeso. Generalmente, el médico obstetra indica a la embarazada una dieta a seguir y controla su peso durante todo el proceso de gestación. Aun así, será natural esperar una ganancia de peso considerable la cual puede ser tratada mucho después de dar a luz. Aunque la mujer puede experimentar sentimientos de frustración al verse al espejo, también debe observar que la lactancia le ayudará significativamente a reducir de peso y recuperar la forma. Esto se debe a que la producción de leche consume las calorías que toma de los depósitos grasos del cuerpo. Así que sería equivocado realizar un tratamiento tempranamente sin darle tiempo al organismo para que se ajuste nuevamente a sus condiciones de normalidad.
La madre deberá esperar un tiempo prudencial antes de decidir cualquier tratamiento.
Es posible que ciertas condiciones hormonales persistan, el útero sufrirá el proceso de involución para retornar a su posición normal y además el organismo recién estará regresando a las condiciones anteriores al embarazo. Por lo tanto, es recomendable esperar a que el organismo se regularice.